domingo, 28 de agosto de 2011

Metamorfosis


Aunque no sea como en el relato de Kafka, y nos transformemos realmente por fuera, creo que en la vida de una persona se produce siempre un gran cambio en algún momento de su vida, si se dan dos circunstancias: que se quiera cambiar, pero cambiar realmente, no desearlo solamente, y que te decidas a cambiar, estando convencido de ello y poniendo todo lo que tienes para conseguirlo.








Pero cuando te decides a hacerlo, comienza tu metamorfosis.

Estoy cansado de mirar alrededor y encontrarme con un mundo que no me gusta, rodeado por una pared invisible que me obliga a vivir en el momento y en el lugar donde estoy, sin que pueda hacer nada para cambiarlo... o eso parece.

Cambia el momento: puedes hacer que menos de un mes parezca más de un año, o que un mes pase tan rápido que casi no tengas tiempo de hacer una maleta!

Cambia el lugar: nada puede detenerte, nadie puede retenerte. Todo lo que necesites para ello ira llegando poco a poco, y lo que era complicado lo irás resolviendo si te lo propones.

Déjate llevar por lo que sientes, tu corazón es la brújula que señala tu felicidad.

domingo, 21 de agosto de 2011

Mis tres mayores defectos

Me entra la risa al recordar las entrevistas de trabajo, la famosa pregunta: "¿Cuáles son sus mayores defectos?
La gente trata de sacar defectos positivos: soy demasiado trabajador, soy muy perseverante... cuando lo que les gustaría decir es me escapo de la responsabilidad en cuanto la huelo, bajo presión no trabajo...

Yo tengo tres grandes defectos, aunque desafortunadamente me afectan más a nivel sentimental que profesional.

El primero es que soy muy positivo: siempre creo que hay un camino al éxito, sea del tipo que sea: sentimental, profesional, psicológico... sólo hay que saber encontrarlo, y la mayoría de las veces necesitas la ayuda de una o más personas para afrontarlo, pero siempre se puede! Desafortunadamente te encuentras con barreras que no dependen de ti, como es la actitud y la aptitud de las personas (...pero eso será otra página de este pequeño cuaderno) Y al estrellarte contra ellas, con todas tus ilusiones puestas, quedas conmocionado y desorientado. Y la verdad, duele bastante.


El segundo es que soy confiado. Trabajando con la Policía Científica aprendí que nuestro estado natural es desconfiar, incluso de nuestra pareja y familia (al fin y al cabo llevamos en los genes la lucha por la supervivencia individual) y la gente confiada lo somos porque tenemos una alta autoconfianza, y nos vemos capaces de afrontar un acto con total responsabilidad. En ese sentido puede que sea verdad, porque las consecuencias ante la pérdida de confianza hacen que dude de mi y de las decisiones que tomo: no se si lo que hago volverá a fracasar, o me ilusiono para nada, o si merece la pena hacerlo... Pero en el momento en el que respires hondo y vuelvas a fijarte tus sueños, volverás a intentarlo, a confiar y a volver a ese estado antinatural que es confiar en aquellos que sientes que te quieren, en lugar de en aquellos que quieren algo de ti o contigo.



Y por último, elegido de entre otros pequeños defectos, es que me concentro en lo que hago. Eso puede sonar a virtud, pero me impide realizar muchas cosas al mismo tiempo (cosas que requieran un esfuerzo importante) También me impide disfrutar de la felicidad que me rodea si hay algo que me preocupa, ya que pienso que afectara tanto a mi como a los que me rodean. Pero hay una solución sencilla: comunicación! Basta con hablar con los demás de lo que te preocupa. Enseguida notarás si te están escuchando o simplemente oyendo. Te darán consejos, buenos y malos (recuerda que los consejos están para escucharlos, pero la decisión depende solo de ti)

Creo que en una entrevista habría sonado muy bien, y posiblemente no se los creerían, pero si no supiera cómo afrontar mis defectos, de buena gana los cambiaría por ser holgazán, irresponsable y "pelota" mientras caliento la silla de mi oficina haciendo que trabajo... no, mejor me quedo como estoy, y gracias!

 Una alondra atolondrada

sábado, 20 de agosto de 2011

La ilusión es una escalera sin barandilla

as sentido alguna vez una sensación como de caer al vacío al pensar en una persona? 

Es una sensación extraña: por un lado de gusta sentirla, porque es una descarga de endorfinas a nuestro cerebro, que decidimos llamar flechazo.

Pero por otro lado te deja una sensación de distancia, al no poder despedirte cada noche con una caricia, con un abrazo, con un beso...

Creo que enamorarse es una prueba continua a estos instintos, a esos momentos que tu mente no responde a la razón, sino al estímulo que produce esas preciadas endorfinas.



Guiados por esa necesidad, en ocasiones elegimos a la pareja equivocada, y cuando ya no es capaz de producir esa sensación inicial, decimos que la otra persona ha cambiado y que no la vemos como al principio.

Y en parte tendrían razón. Si la pareja no es capaz de evolucionar a la misma velocidad e intensidad, se desestabilizará la pareja. Es como meter un vaso de cristal muy caliente en agua helada, se fragmentaría en mil pedazos.



Pero, es no es malo dejarse llevar por la pasión! Demostrarse el cariño es algo diario, y no sólo besarse y decir te quiero. Muchas veces unas palabras de animo, un abrazo mientras duerme, no hace falta decir nada salvo mirarse a los ojos... eso es pasión!

Me da envidia ver a parejas de ancianos paseando de la mano, porque aunque hayan pasado mil dificultades, son felices estando simplemente juntos.

... reflexiones de una alondra

jueves, 18 de agosto de 2011

La estrella fugaz

rase una vez una estrella que viajaba por el Universo, sin rumbo. Durante un tiempo, había vivido feliz junto a un planeta, que daba vueltas alrededor de ella, como en un baile sin fin. Ella recordaba con tristeza el día en el que el planeta, ya cansado de dar vueltas, se alejó atraído por otra estrella lejana.


- ¿Dónde vas?, le dijo ella, - ¿Es que ya no necesitas mi calor? ¿Es que ya no importa lo felices que fuimos juntos?

El planeta seguía alejándose más, sin darse la vuelta si quiera para despedirse, pensando que la estrella se olvidaría rápido de el... pero las estrellas no olvidan.

El dolor que sentía hizo que dejara de arder su interior, y se fue enfriando poco a poco, pensando que era mejor olvidar para no sufrir, dejándose llevar...



De pronto sintió a lo lejos algo que encendió un poco su corazón, casi imperceptible pero cálida, como una cerilla encendiéndose en una noche cerrada. 

Miró hacia allí y vio un pequeño planeta, azul, junto a otros planetas que bailaban alrededor de una gran estrella dorada. Olía a algo distinto, que no conocía pero que siempre había querido conocer. Permaneció en silencio y escuchó su nombre... mar...



Pero no era el planeta lo que despertó su interés, sino dos pequeñas personas, un chico y una chica, que vivían alejados sin conocerse. La estrella notaba que sus corazones habían sentido el mismo dolor que ella, y pensó que era el momento que toda pequeña estrella esperaba! Y es que cuando una pequeña estrella va a morir puede conceder un deseo, si la persona que lo pide lo desea de verdad y el deseo es puro... y no encontraría mejor momento que este!


Emocionada, la estrella se concentró en volver a arder... Primero empezó a calentarse, poco a poco, hasta que empezó a arder. Cada vez iba más y más rápido, viendo como el chico levantaba la cabeza hacia el cielo, siguiéndola con la mirada.

- ¡Un poco más!, ¡Ya queda menos! - pensaba mientras su cuerpo se iba convirtiendo en luz y energía.

Poco a poco fue recuperando los recuerdos del amor que había sentido tiempo atrás... Sí, eran los mismos sentimientos, pero mucho más fuertes!

De repente sonrió. Había dejado de ser una estrella, y no notaba más que una sensación de relajación y felicidad. 

Sabía que el deseo estaba realizado y que se cumpliría. Pero ahora tenía mucho sueño... y sentía miedo. 

Le pesaban mucho los ojos y poco a poco se durmió.



No sabía cuánto tiempo llevaba dormida, pero quería un poco más. Unos golpes en la puerta le hicieron despertarse del todo. Tenía que ir a trabajar, era lunes y no quería hacer esperar a su padre que, todas las mañanas, le acompañaba hasta la estación de Metro. Pero antes miró el ordenador, con una sonrisa, esperando que su alondra le hubiese escrito alguna palabra para devolverla la sonrisa.

Pero lo que vio fue una fotografía de una estrella fugaz, con el nombre Zhelanie. Y un calor familiarmente extraño recorrió su corazón.

Падающая звезда Рассказ
18/08/2011