jueves, 18 de agosto de 2011

La estrella fugaz

rase una vez una estrella que viajaba por el Universo, sin rumbo. Durante un tiempo, había vivido feliz junto a un planeta, que daba vueltas alrededor de ella, como en un baile sin fin. Ella recordaba con tristeza el día en el que el planeta, ya cansado de dar vueltas, se alejó atraído por otra estrella lejana.


- ¿Dónde vas?, le dijo ella, - ¿Es que ya no necesitas mi calor? ¿Es que ya no importa lo felices que fuimos juntos?

El planeta seguía alejándose más, sin darse la vuelta si quiera para despedirse, pensando que la estrella se olvidaría rápido de el... pero las estrellas no olvidan.

El dolor que sentía hizo que dejara de arder su interior, y se fue enfriando poco a poco, pensando que era mejor olvidar para no sufrir, dejándose llevar...



De pronto sintió a lo lejos algo que encendió un poco su corazón, casi imperceptible pero cálida, como una cerilla encendiéndose en una noche cerrada. 

Miró hacia allí y vio un pequeño planeta, azul, junto a otros planetas que bailaban alrededor de una gran estrella dorada. Olía a algo distinto, que no conocía pero que siempre había querido conocer. Permaneció en silencio y escuchó su nombre... mar...



Pero no era el planeta lo que despertó su interés, sino dos pequeñas personas, un chico y una chica, que vivían alejados sin conocerse. La estrella notaba que sus corazones habían sentido el mismo dolor que ella, y pensó que era el momento que toda pequeña estrella esperaba! Y es que cuando una pequeña estrella va a morir puede conceder un deseo, si la persona que lo pide lo desea de verdad y el deseo es puro... y no encontraría mejor momento que este!


Emocionada, la estrella se concentró en volver a arder... Primero empezó a calentarse, poco a poco, hasta que empezó a arder. Cada vez iba más y más rápido, viendo como el chico levantaba la cabeza hacia el cielo, siguiéndola con la mirada.

- ¡Un poco más!, ¡Ya queda menos! - pensaba mientras su cuerpo se iba convirtiendo en luz y energía.

Poco a poco fue recuperando los recuerdos del amor que había sentido tiempo atrás... Sí, eran los mismos sentimientos, pero mucho más fuertes!

De repente sonrió. Había dejado de ser una estrella, y no notaba más que una sensación de relajación y felicidad. 

Sabía que el deseo estaba realizado y que se cumpliría. Pero ahora tenía mucho sueño... y sentía miedo. 

Le pesaban mucho los ojos y poco a poco se durmió.



No sabía cuánto tiempo llevaba dormida, pero quería un poco más. Unos golpes en la puerta le hicieron despertarse del todo. Tenía que ir a trabajar, era lunes y no quería hacer esperar a su padre que, todas las mañanas, le acompañaba hasta la estación de Metro. Pero antes miró el ordenador, con una sonrisa, esperando que su alondra le hubiese escrito alguna palabra para devolverla la sonrisa.

Pero lo que vio fue una fotografía de una estrella fugaz, con el nombre Zhelanie. Y un calor familiarmente extraño recorrió su corazón.

Падающая звезда Рассказ
18/08/2011

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